Llevo diez minutos delante de la página en blanco y, la verdad, no sé por dónde empezar. Tengo cosas buenas (muy buenas) y otras que... me han dejado un tanto pensativa.
SINOPSIS
Londres, 1887. Delegaciones de todo el mundo acuden a la capital británica para sumarse a los festejos por el jubileo de la reina Victoria. Y acompañando a la misión diplomática de las lejanas islas Hawái ha llegado un hombre enigmático. Atractivo, cultivado y rico, Samuel Gerard oculta tras una personalidad magnética las cicatrices de una infancia cruel. Únicamente la disciplina y el dominio de sí mismo han logrado apartarle de lo que él percibe como su lado más oscuro, donde habitan los deseos que ha estado reprimiendo hasta que entra en su vida Leda Étoile.
La edición que yo he leído es de 2006 y del sello DeBolsillo (la que podéis ver en la foto).
Aviso de que esta es una reseña que va dirigida a aquellas personas que ya han leído esta historia, ya que para comentar todo lo que quiero, voy a verme obligada, casi con toda seguridad, a destripar algunas partes. Si eres de los que busca reseñas para saber si lees o no lees, no sigas con esta.
Cosas que valoro de manera muy positiva (y que me gustaría encontrar en más novelas románticas):
Consecuencia y coherencia.
Los personajes son —se expresan, se comportan y piensan— personas de la época en la que viven. Eso, además del estilo narrativo, es algo que ha conseguido que esta novela, según mi criterio, envejezca bien. Me explico. Cuando intentas mirar una historia ubicada en años pasados desde un prisma actual, fallas. El caso es que no puedes descontextualizar o, al menos, no debes hacerlo. Y si los actores de la trama no son naturales es difícil que creas a ojos cerrados, y eso hace que te cueste entrar en la trama. Aquí eso no ocurre, lo que sucede y cómo sucede es consecuente y, con toda probabilidad, seguirás viéndola así dentro de diez años.
Ambientación y documentación.
Aquí se ha hecho un gran trabajo para que el lector entre en la burbuja que conforma la atmósfera de la novela. Se describe todo de manera completa de forma que para el lector sea fácil moverse en el espacio en el que lo hacen los personajes. Quizá la parte que pasa Samuel Gerard fuera de Inglaterra tenga a veces demasiados términos extranjeros que, aunque están siempre bien explicados, son difíciles de retener. No son excesivos pero a veces desconciertan.
Trama.
Buena parte de la novela alterna capítulos de la actualidad, 1887, con el pasado de Samuel: su educación, su instrucción y sus relaciones con los Ashlands (la familia que le acoge)... Eso, a veces, desconcierta (y fastidia) porque la historia del presente te empuja a querer saber, pero he de reconocer que gracias a esas interrupciones conoces mejor la personalidad del protagonista masculino.
Argumento.
Interesante, bien hilado. Diferente, original. Una gran sorpresa. El jubileo de oro de la reina Victoria atrae a delegaciones de un buen puñado de países del Imperio. Leda, una simple modista, se verá relacionada con un ladrón que entra y sale de su habitación alquilada a su antojo y, a partir de ahí, la diversión del lector comienza y no queda otra, hay que leer.
Todo esto ya conforma una recomendación firme para que a todas aquellas personas a las que les guste el género lean esta historia. De verdad, es una novela que merece ser leída (y releída).
Pero... ¿Qué ha hecho que no me haya parecido tan redonda como debería?
Son un par de tonterías. Ya lo veréis si seguís leyendo.
Son un par de tonterías. Ya lo veréis si seguís leyendo.
Tengo un problema y es que leo formando en mi cabeza el puzle que me ofrece el autor. Me monto la historia como una gran panorámica y, si algo me falla (o pienso que lo hace), me desconcierta.
Aviso. Vienen los spoilers.
Al inicio de la novela, antes de que los protagonistas se encuentran cara a cara, el protagonista masculino entra en el dormitorio de Leda, según él, casi todas las noches, sin embargo, aunque lo reconoce, no nos dice por qué (a menos que yo me haya saltado alguna página). ¿Qué le lleva a trepar hasta él? Aún no se conocen. ¿La casualidad? Esperé y esperé que él dijera que la había visto antes, que algo la había llevado tras ella. Pero esa parte no llegó.
Escena final con la lucha de espadas.
¿De verdad les da tanto tiempo a los personajes a pensar y ver qué hacen los demás en una escena que, en tiempo real, no debe durar más de tres minutos?
No es fácil recrear la acción. Hay que conseguir que los movimientos le den en la cara al lector, que se estremezca y sienta miedo y tensión con muy pocas líneas. Porque la acción es así: son bofetadas. Para mí lo mejor es verlo como si fuera una película. No puedes (o yo creo que no debes) convertir el momento en algo tan lento que acaba por tener a personajes colgados de barandillas a la espera de que un tiburón se los coma durante una eternidad. El efecto resultante puede ser exactamente lo contrario.
La conclusión del libro.
La historia de amor entre los dos. No sé... Al final me parece que tiene un ligero matiz de frialdad. Es como si en él ganara la pulsión y no el amor. Y yo, yo soy romántica y ese puntito lo he echado un poco de menos.
Leedla. Merece la pena.
Leedla. Merece la pena.